La Antropología Social Aplicada

 

La antropología contemporánea se debate reflexivamente frente a sus desafíos, ante los cuales carece de propuestas consensuadas. Al igual que en otras regiones, en la antropología chilena podemos distinguir dos grandes orientaciones, las cuales, simplificadamente, podemos denominar "tradicional" y "moderna". El grupo mayoritario comprende a los guardianes de la tradición disciplinaria. Estos, aunque situados en un contexto académico y mundial en franca declinación, son los influyentes defensores de los temas clásicos de la antropología. Reviven y replican con nostalgia un quehacer disciplinariamente orientado, que abordó casi en forma exclusiva la vida en las sociedades indígenas. Gran parte de sus producciones surgen desde la iniciativa y demanda de comunidades académicas muy restringidas, y se exponen en las revistas especializadas de antropología. Siguiendo esa misma línea, y ante las dificultades prácticas de contar con sociedades prístinas, muchos antropólogos prosiguen estudios con campesinos, inmigrantes y habitantes periféricos de las ciudades. Pero, como también estos grupos se integran a la modernidad en formas extremadamente complejas, dificultando su delimitación en la sociedad contemporánea, muchos de quienes se han interesado en estas materias han terminado volcándose en las humanidades, especialmente en las artes literarias, en la historia y en el periodismo documental, y lo han hecho con mucho éxito. Esta orientación obtiene, paradojalmente, su respaldo desde las distintas variantes del pensamiento postmoderno, especialmente por su crítica a la racionalidad científica y, por otra parte, en el legítimo rescate documental de las identidades culturales que se ven amenazadas por la globalización.

 

En forma paralela a la orientación antes descrita, un expansivo grupo de antropólogos se abren a la multidisciplina y a los problemas del mundo contemporáneo. Sus temas incluyen estudiar las redes de información, el efecto de las biociencias, las amenazas ambientales, las organizaciones transnacionales, los riesgos que acompañan a las exclusiones sociales, las comunidades virtuales, la emergencia de formas inéditas de colaboración y participación ciudadana, la totalización organizacional de la vida cotidiana, los movimientos sociales, los cambios en el sistema laboral o el envejecimiento en las sociedades, más un largísimo etcétera de problemas emergentes. En cuanto a sus métodos, sus investigadores se adscriben a los procedimientos científicos. Ocupan los clásicos procedimientos etnográficos, pero incorporan también otras herramientas, como la modelación y los diversos software para análisis estadístico de datos cuantitativos o para el procesamiento de textos, videos o fotografías, en la línea de investigación cualitativa de segundo orden. Con respecto a sus unidades de estudio colocan en juego sus temas y procedimientos desde los niveles comunitarios hasta en los ámbitos supranacionales que marchan a la mano de una inédita modernización, que envuelve las distintas culturas del planeta gestando las nuevas realidades de la llamada glocalización (Robertson:1995).

 

Esta última tendencia no está exenta de observaciones críticas, algunos antropólogos asumen que los compromisos disciplinarios, más allá de la academia, son de cierta manera adhesiones a un "sistema", con el cual no se identifican ni quisieran comprometerse. Pero incluso ellos no están exentos de tratar problemas aplicados, de hecho las actividades de advocacy concentran sus intereses y, en tal sentido, es oportuno señalar que la complejidad de las causas que defienden y promueven hace de sus tareas un tema cada vez más profesionalizado.

 

Pero: ¿Cuáles son los problemas que interesan a los antropólogos sociales aplicados?

 

Específicamente, para hacerse una idea acerca de qué es lo que hace la mayoría de los antropólogos que trabajan en ámbitos aplicados, debe responderse previamente la pregunta acerca de cómo son definidos los "problemas sociales" a los cuales se encuentran llamados. Por ejemplo, los juicios de tuición de hijos, la caída de valores en las bolsas de comercio o las colisiones de trenes de pasajeros, no parecen ser el tipo de problemas que interesan, en lo inmediato, a los antropólogos. Por el contrario, en las inequidades sociales, la calidad de la educación y de la salud, la violencia y los abusos, la segregación urbana o en las migraciones internacionales forzadas, aparece más definida la necesidad de una antropología social aplicada.

 

En el contexto antes descrito, para la mayor parte de los antropólogos aplicados, los problemas sociales a los cuales dirigen su atención responden a una visión particular de la sociedad. Actualmente, destaca la visión crítica de su actual modernidad y estado de desarrollo: la parte tóxica del sistema. Por ello no es de extrañar que los antropólogos aplicados se encuentren comúnmente en tareas como: programas de desarrollo social, mejoramiento de la calidad de vida de grupos y comunidades postergadas, protección del patrimonio ambiental y cultural, ampliación de los derechos ciudadanos, etcétera. También se incluyen entre sus oficios denunciar, y promover la puesta en la agenda social de problemas que son descuidados desde otras miradas.

 

En general, los antropólogos aplicados cubren la necesidad de incluir las variables culturales en la discusión de los problemas del desarrollo en sus distintas manifestaciones políticas, culturales y tecnológicas, y luego la de responder a la creciente demanda de estudios, investigaciones, evaluaciones e intervenciones que tomen en cuenta las capacidades internas de las comunidades, organizaciones y países involucrados. En este sentido, sus profesionales se desempeñan a la par de sociólogos, sicólogos, trabajadores sociales y otros profesionales equivalentes. Pero, en su papel de antropólogos difieren de ellos cuando incorporan su mirada disciplinaria, más que centenaria, que destaca a la cultura como un potente observatorio de los fenómenos sinérgicos que emergen de las conductas individuales y hábitos sociales.

 

Antropología y Desarrollo

 

Las polémicas entre la relación de Antropología y Desarrollo, como se sabe, son inagotables y no debemos esperar que ello cambie. Pero, sus debates responden más a las condiciones de la sociedad que otra cosa y, en tanto representantes de la disciplina, sólo contamos con las posibilidades de ser resonantes a una u otra postura (ética e ideológica inclusive), salvo que ilusionemos con formar parte del elenco de los ilustrados consejeros de los poderes del siglo veintiuno.

 

Como las estrategias de desarrollo siempre se encuentran inmersas en dinámicas sociopolíticas, se debe ser absolutamente consciente de los intereses gubernamentales, comunitarios o institucionales a los cuales sirven las investigaciones. Aún reconociendo estas contingencias, muchos antropólogos están convencidos que sus aportes contribuirían efectivamente a solucionar problemas sociales contemporáneos y discuten sobre los requerimientos para ello.

 

Por ello, el Magíster en Antropología y Desarrollo (MAD) congruente con este diagnóstico, se ha enmarcado bajo una concepción amplia y pluralista de la noción de desarrollo, conjugando su contenido como fruto de una diversidad de miradas y de prácticas en permanente construcción.

 

Las tendencias indican que la antropología será cada vez más requerida para proponer respuestas a los problemas e interrogantes que provienen de una sociedad cada vez más compleja. En este sentido, cabe reflexionar si acaso la larga tradición de antropología aplicada puede garantizar plenamente la actualidad y pertinencia de sus intervenciones. Lo más realista es suponer que en los escenarios de la denominada sociedad del conocimiento se requieren nuevos instrumentos. Estos, por una parte, implican la apropiación y producción de teorías con mayor sofisticación, contar con herramientas metodológicas apropiadas para afrontar desafíos emergentes, y la entrega de experticias y habilidades para abordar de modo responsable y creativo los problemas sujetos a análisis y observación. La disciplina entera debe acompasarse a los ritmos de los actuales cambios.

 

Pero, por sobre todo nos encontramos ante la presencia de una formación antropológica que no teme a los aportes y miradas de otras disciplinas y profesiones, y que no se autoclausura a sus temas disciplinarios pretéritos. Congruente con tales propósitos el MAD ha evaluado positivamente la heterogeneidad de sus postulantes, definiéndose como un espacio de oportunidades y desafíos para la proyección multidisciplinaria y multiprofesional de los enfoques socio-antropológicos. Bajo tales premisas sus asignaturas favorecen el tratamiento de los problemas relevantes y emergentes de la realidad chilena, latinoamericana y mundial, promoviendo, eso si, la aplicación de los conocimientos que imparte para el beneficio del desarrollo integral, e incremento de la calidad de vida de nuestras poblaciones, especialmente de sus sectores más postergados.

 

Nuestro desafío consiste en asumir una historia disciplinaria, renovar teorías y métodos, explicitar las vinculaciones políticas de la intervención antropológica y, especialmente, constituir una variante disciplinaria orientada a la resolución de problemas. Nada de lo anterior implica excluir los énfasis más academicistas de la antropología, pero sí volcarlos a su significación social en una práctica éticamente sustentable. Este proceso, deja en pié muchos desafíos por delante, la relación entre la formación de investigadores y la de profesionales, o las  diferencias entre las aplicaciones directas o indirectas del conocimiento, por ejemplo. Pero, el espacio universitario que promovemos y las opciones que hemos seleccionado no están clausuradas, por el contrario, se encuentran prestas para nuevos desarrollos, lo cual se fortalece aún más ante la presencia de una Facultad, como la nuestra, vigorosa y expansiva en programas para postgraduados.

 

En suma, quienes reciben nuestra formación pueden estar, hoy en día, más motivados que nunca para aplicar sus destrezas en el intento de resolver problemas sociales que, de hecho, hoy conocemos mejor que nunca en sus características y extensión y, sobre todo, para ahondar sobre los factores sociales y culturales que influyen en su producción. Este evento, que arranca de uno de nuestros cursos centrales, tiene justamente el objetivo de avanzar en estas materias y proyectar nuestras discusiones a una comunidad más amplia.

 

Bibliografía

 

Robertson, Roland. 1995. "Glocalization: Time-Space and Homogeneity-Heterogeneity", En: Global Modernities, edited by Mike Featherstone, Scott Lash and Roland Robertson, London/Thousand Oaks/New Delhi: Sage, p. 25-44.

 

Nota

Discurso de inauguración al Seminario "Nuevas Exclusiones en la Complejidad Social Contemporánea", realizado el 29 de julio 2005 en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile.