A Paula Osorio Forrich

David Benavente es sociólogo, dramaturgo y -como él mismo se define- indagador audiovisual. Cuando uno aprecia su producción en este último ámbito, un hecho llama la atención al observador atento: son todas las calidades profesionales reseñadas las que se expresan, se condensan y se fusionan para dar vida a un producto que no dejará de interpelar al espectador.

El último de estos productos es "Salir adelante", un documental realizado bajo el alero de la Universidad Alberto Hurtado, con apoyo de la Fundación Ford. Fue este trabajo, unido a la amistad que se va tejiendo en los pasillos de nuestro añoso edificio de Almirante Barroso, los que me impulsaron a desarrollar la reflexión que recogen estas páginas.

Hace unos años escribí un libro al que puse por título "Intertextualidad de los días". Al ver el film en cuestión, no pude dejar de pensar en una fórmula similar: la intertextualidad de los quehaceres o los afanes. En efecto, ¿cómo no evocar, a partir de esa trama de imágenes y diálogos, aquellos días de mi formación en el Programa de Economía del Trabajo; las largas discusiones con Lucho Razeto en torno a la economía popular; el viejo edificio de calle Catedral donde, años antes, imprimíamos clandestinamente una revista universitaria; la inmensa casa al costado del Forestal donde trabajara mientras nacía mi hijo y moría mi abuelo...? Para abreviar: las prácticas y las experiencias son diversas, pero ellas se entrecruzan, dialogan, siguen por momentos derroteros comunes.

Así pues, a partir de estas motivaciones, simples y rotundas, me propuse interiorizarme un poco más de la producción audiovisual de David, y reflexionar sobre ella desde la perspectiva de mi oficio: el de sociólogo. Como siempre, el fin del trayecto -el texto- refleja apenas pálidamente el carácter apasionante de la búsqueda.

Un Doble Rescate de la Dignidad del Otro

Hace unos años, Claude Grignon y Jean-Claude Passeron publicaron un interesante libro al que pusieron por título El erudito y lo popular. Miserabilismo y populismo en sociología y en literatura. Una de las tesis centrales de los autores es que sociología y literatura contribuyen de manera privilegiada a la génesis de las representaciones dominantes sobre lo popular. En una palabra: construyen sentido común respecto a los rasgos que caracterizarían esa realidad plural y difícilmente aprehensible que llamamos lo popular.

Ahora bien, dentro de los sustratos ideológicos clásicos con que el intelectual se plantea frente a lo popular, los autores discuten dos suertes de tipos ideales, justamente los que indica el subtítulo de su obra: miserabilismo y populismo.

Por miserabilismo entienden los autores aquella actitud que tiende a visualizar al sujeto popular como situado en una condición infrahumana. En el límite, esta actitud puede ser ejercida desde un verdadero "racismo de clase" (1), dando pie, por ejemplo, en nuestra cultura, a denominaciones como las que suelen identificar y remedar los buenos humoristas cuando el sujeto de un estrato autodefinido como superior se refiere al sujeto popular como "esa gentecita", o "este hombrecito". Desde posturas menos radicales, el miserabilismo desarrolla fácilmente vasos comunicantes hacia una actitud complementaria: el paternalismo.

En el lado opuesto del continuo encontramos el populismo, identificado por los autores como una inversión de la actitud anterior, que puede sintetizarse en la adhesión al lema "La gente del pueblo vale más que nosotros" (Ibid, 33). Identificado como portador de la verdadera cultura, de los auténticos valores, el sujeto popular se ve así investido de atributos que lo ponen en una situación de privilegio que hay que imitar, rescatar, etc. según lo sugiera la complejidad de la construcción ideológica que toma al populismo como sustrato de base.

Frente a estos polos ¿cómo definir la aproximación de David Benavente a lo popular? Siendo un aspecto donde, indudablemente, es difícil escapar al juicio subjetivo, tiendo a calificar su mirada como empática con lo popular, rescatadora de su dignidad, pero austera en el trato, evitando -tanto como es posible- el cliché del populismo romántico.

El caso de "Salir adelante" es instructivo a más de un título. En este trabajo se ponen en escena diversas iniciativas que giran en torno a dos núcleos de sentido: el esfuerzo de superación, personal y colectivo, y la solidaridad. Algunas, como la de los comerciantes de la Feria Libre de Peñalolén, se ubican directamente en la órbita de lo que Luis Razeto teorizara en los ochenta como economía popular. De hecho, no es azaroso que en el aludido video aparezca Rodrigo Calcagni, quien asesora a diversas organizaciones económicas populares y quien, junto al aludido Razeto, escribiera uno de los trabajos más sugerentes en torno a ese concepto, una suerte de manifiesto en defensa de la pluralidad de lógicas económicas que lleva por título Para un proyecto de desarrollo de un sector de economía popular de solidaridad y trabajo (2).

Otras iniciativas, como la de los jóvenes reclusos del Taller Alborada de la ex Penitenciaría de Santiago y aquella de las mujeres de la Asociación de Extensionistas Jurídicas de Cerro Navia, exploran una órbita conexa, la economía del don, o enfatizan las virtudes sinérgicas de la solidaridad.

El rescate de la dignidad de los protagonistas es particularmente logrado en el caso del Taller Alborada. La cárcel, casi por definición, es el lugar del estigma; el ejercicio de la propia dignidad radica más fácilmente en la fidelidad a los códigos de la subcultura delincuencial que en otra cosa: de allí la dificultad de romper con el círculo vicioso, de escapar a la fuerza centrípeta de esa subcultura. Atendido lo anterior, debe destacarse un escollo no menor salvado con éxito por Benavente: la aceptación de la cámara y la apertura a contar su propia historia y/o sus perspectivas de futuro a partir de la experiencia del taller de crecimiento personal. El resultado impacta: al ver las imágenes y escuchar los testimonios, uno se pregunta si ese taller -iniciativa de un grupo de jóvenes sicólogas ligadas a INFOCAP (3)- acaso no habrá sido la primera vez en que esos otrora oscuros personajes se habrán sentido tratados como seres humanos y se habrán autopercibido como tales, más acá del estigma.

Con certeza, el mérito de suscitar siempre una pluralidad de reflexiones de esta naturaleza en los distintos grupos de espectadores le pertenece enteramente al trabajo de Benavente y su equipo.

Otro caso notable en la óptica de rescatar la dignidad de los protagonistas es el de los Talleres de Acogida y Mejoramiento de la Vivienda, del Programa de Ayuda Intrafamiliar del Hogar de Cristo. Esta experiencia es también muy sugerente en relación a los positivos efectos, personales y sociales, que surgen de la solidaridad en acto y la organización. El video logra transmitir cómo el paciente esfuerzo colectivo sobre las precarias viviendas va transformando el medio físico y, simultáneamente, va transformando interiormente a las personas que participan de la iniciativa. Nos acercamos así a un fragmento de la trayectoria vital del grupo e imaginamos nuevas trayectorias de puesta en escena de lo que David llama una energía de vida, con un claro propósito: salir adelante.

Saliendo del ámbito de este video, otro trabajo que llama la atención en la óptica de análisis que hemos seguido hasta ahora es "El Willy y la Myriam", el cual recibiera múltiples galardones en la década del ochenta. En él, Benavente deja que los propios protagonistas vayan desgranando, cadenciosamente, la narración de un amor marcado por la precariedad.

El Willy viene del campo. Su padre fue inquilino y él es uno más de diez hermanos que han debido adaptarse, cada uno a su manera, al ethos de la sobrevivencia. "La razón mía era surgir, porque aquí en el fundo no iba a surgir nunca en nada" -observa en un momento el protagonista. Y agrega más adelante: "En Santiago, las intenciones mías eran estudiar, pero no se pudo..." Se derivará de ello el círculo nefasto: bajo capital humano, precariedad estructural ("pololitos, lo que caiga"), pobreza endémica.

La Myriam es de origen urbano, trabaja como comerciante ambulante y parece condenada al mismo círculo, signado por la desesperanza.

Tienen cuatro hijos. El amor está presente, el vínculo es fuerte, pero será tensionado al límite por los pesares de la sobrevivencia.

La cámara y la interrogación de Benavente exploran, a ratos, zonas de la intimidad más profunda de los protagonistas. El tono y la cadencia de la indagación biográfica, en las antípodas de lo inquisitorial, y la naturaleza de los planos, van configurando lo que me atrevería a calificar como un simultáneo logro artístico y sociológico: la desnudez de un drama individual con fuertes ribetes sociales, manteniendo, como siempre, incólume la dignidad de los protagonistas.

Si abandonamos ahora el ámbito de la dignidad de los protagonistas, podemos centrarnos en la esfera de la dignidad del espectador. La premisa es simple: todo arte panfletario tiende a pasar por sobre la dignidad del espectador, lo estupidiza, le cierra las puertas a su trabajo personal de interpretación/reinvención.

En oposición a esta premisa, a nuestro juicio, el trabajo de Benavente no obliga a determinadas conclusiones. Basta ver la pluralidad de reacciones e interpretaciones que suscitan sus trabajos en los video-foros que suele montar con distintos grupos humanos, para comprobar este aserto.

Analíticamente, el asunto tiene sus complejidades, puesto que es innegable que en el momento de articular el producto audiovisual final, la intencionalidad del autor surge con todos sus fueros: la selección, el montaje, los cortes de imágenes no son actos casuales, relevan de una determinada intención (ello no obsta para que puedan reconocerse motivaciones conscientes e inconscientes). Barthes tiene un juicio un tanto fundamentalista a este respecto, que no deja de apuntar a una cuestión esencial: "un relato no está hecho sino de funciones: todo allí, en grados diversos, significa. Esto no es una cuestión de arte (de parte del narrador) es una cuestión de estructura: en el orden del discurso, aquello que es consignado es, por definición, consignable. Incluso en el caso en que un detalle parecería irreductiblemente insignificante, rebelde a toda función, él no dejaría de tener, para terminar, el sentido de lo absurdo o lo inútil: todo tiene un significado o nada lo tiene" (4).

Si reconocemos en lo audiovisual una sintaxis específica, es posible trabajar con la misma hipótesis de Barthes, aun cuando despojándola de sus rasgos fundamentalistas. El punto entonces es el siguiente: si la intencionalidad del autor es innegable, si ella es constitutiva y le da su sello específico al producto final ¿cómo se logra el respeto de la dignidad del espectador? Creemos que ello pasa por la selección de ciertos núcleos o vetas de sentido a los cuales se les puede seguir la huella -la solidaridad, el conflicto campo-ciudad, etc.- los cuales son combinados por Benavente de manera semiabierta, de manera que el espectador pueda hacer su propio trabajo. De este modo logra el paso de la sociología al arte, haciendo que ambos se nutran mutuamente.

Este grado de apertura relativa, por cierto, está también presente en el momento de la recopilación del material, donde, como él lo ha expresado en varias ocasiones, el azar suele jugar un rol importante. Es, por ejemplo, el caso de la incorporación de la figura del santo en "Juegos artificiales" o, entre la recopilación y el montaje, el rol central que comenzara a jugar la cantante popular de la feria en "Salir adelante".

La Sociología como Soporte Analítico de lo Audiovisual

Todo oficio marca una determinada forma de mirar el mundo, enriquece la mirada final, hecha de una mezcla única y específica de experiencias vitales donde se mezclan lo cognitivo y lo afectivo. Otra manera de plantearlo es decir que todos miramos desde lo que somos y hemos sido en el tránsito por la vida, donde -por cierto- el trabajo juega casi siempre un lugar axial. ¿Cómo podría escapar Benavente a este hecho macizo?

La "mirada" del sociólogo, el ángulo disciplinar específico se cuela por los intersticios de la imagen, de manera tal que para el comentarista, que comparte el oficio, no es difícil decodificar, hacer emerger algunos ejes del andamiaje que subyace a ciertos trabajos. A continuación intentaré mostrar algunos de ellos.

"El Willy y la Myriam" -como refiriéramos más arriba- es la historia de una pareja constituida por un migrante rural y una joven de origen urbano, ambos trabajadores de baja productividad y muy precarios. Al remontar hacia los orígenes del Willy, la cámara de Benavente muestra el drama de la disolución del mundo rural tradicional. El Willy partió a la ciudad y nunca logró una inserción plena. Uno de sus hermanos mayores permanece en el campo pero, según el relato de la madre, "tuvo que hacerle una manda a San Sebastián para que no lo cortaran". Otro hermano, un niño cuya expresividad recoge acertadamente la cámara, transmite sus dudas: el campo, la vida rural tradicional le agradan, porque nació allí, pero sabe que las oportunidades están en otra parte.

Este tema aflora también en "Raíz de Chile. Mapuche, Aymara", otro trabajo audiovisual que data de 1991. Allí, una pareja de mapuches parte a la ciudad, seducida por los cantos de sirena de la modernidad urbana. Finalmente, regresarán, una vez experimentadas las enormes dificultades de una inserción exitosa para migrantes de origen rural. Evaluando esta experiencia, uno de los protagonistas afirmará: "en el pueblo hay comodidad, pero no hay comida".

Alguien podría objetar que se muestra así sólo una faz de la realidad del campo chileno. En efecto, cuando se alude a la realidad rural, muchos tienen a la vista las imágenes de la modernización capitalista de este sector, clave del éxito exportador chileno. Lo que no debe olvidarse es que la modernización del agro, al mejorar la productividad, contribuye de manera gravitante a expulsar mano de obra del sector rural, la que se ve impulsada a buscar una nunca fácil inserción en medios urbanos. Esta ha sido una constante del desarrollo de América Latina a lo largo de la segunda mitad del siglo XX.

Pasando ahora a un segundo eje analítico específicamente sociológico, diremos que los materiales que dieron origen a "El Willy y la Myriam" forman una base más amplia, a partir de la cual Benavente narra la historia de dos trabajadores urbanos que se desempeñan en el rubro de la mecánica automotriz. Este video, intitulado "Mecánicos", ha tenido una circulación bastante restringida, y no deja de plantear algunas cuestiones interesantes. Los protagonistas son dos jóvenes microempresarios que relatan su experiencia y sus puntos de vista respecto al trabajo en este rubro. Analizando el video con cierto detalle, uno descubre que su eje articulador son dos lógicas culturales que informan la orientación hacia el trabajo y, correlativamente, las perspectivas de movilidad social de ambos protagonistas.

El primero de ellos, Carlos Verdugo, poseía en la época en que se filmó el video un pequeño taller mecánico en Avenida Italia. Por circunstancias de la vida, tuvo que dejar tempranamente sus estudios de ingeniería y afrontar la autosubsistencia, utilizando como herramienta sus conocimientos de mecánica. Verdugo explica que, a su juicio, "surgir es un deseo natural del hombre". Así, él siempre ha tenido en perspectiva la superación personal y el ascenso social: "No he escatimado esfuerzos para salir adelante". Metódico, dedicado al trabajo, explica sus planes de expansión, a pequeña escala pero sistemáticos; su esfuerzo por responder con un servicio de calidad y desarrollar vínculos de sociabilidad, de manera de aumentar su cartera de clientes (respecto de esto último, los entendidos hablarían hoy de una estrategia de marketing relacional).

El otro protagonista, por su parte, ha logrado capitalizar con el fruto de su trabajo, adquirir un camión, pero las perspectivas de movilidad social ascendente no le quitan el sueño. Su discurso indica más bien satisfacción/resignación con el lugar que ha alcanzado en la sociedad ("uno ocupa el lugar que le corresponde") y con la posibilidad de vivir su vida a su manera.

Con un corpus más denso, mi hipótesis es que podríamos llegar a aislar los rasgos de dos verdaderos modelos culturales: uno en la línea del espíritu capitalista del que hablaba Weber y otro en la línea del consumo festivo sustentable. El esbozo de análisis que autoriza el material, en todo caso, permite visualizar a ambos personajes como incipientes arquetipos de esas dos lógicas.

Lo que nos interesa destacar es que esta vertebración de sentido -entre otras consideraciones- es la que explica la decisión de Benavente de autonomizar este material y darle un tratamiento sistemático por separado, a medida que la historia del "Willy y la Myriam" adquirían una densidad propia.

Un dato anecdótico: nos cuentan que Carlos Verdugo, como era esperable, casi dos lustros después de filmado el video, se ha convertido en un mediano empresario y hoy es concesionario de una importante firma automotriz japonesa. Nada sorprendente: las lógicas culturales vehiculadas por los sujetos engendran efectos sociales muy concretos. Lástima no tener mayores antecedentes respecto del otro sujeto.

Sin querer agotar el tema en un trabajo como éste, quisiera aludir a un tercer eje analítico de mucha pregnancia en la obra de Benavente: el valor de la cooperación en las economías de autosubsistencia. Él está presente desde un primer momento en "Salir adelante" y ya hemos dicho alguna palabra a ese respecto. Sin embargo, emerge también con mucha fuerza en "Raíz de Chile. Mapuche, Aymara". Se trata este último de un trabajo realmente extraordinario, que interpela a la lógica de la competencia como valor predominante en nuestra cultura, y que por ello y muchas otras razones merecería una difusión más amplia en nuestro medio. Nos pareció, por ejemplo, que había en este trabajo un raro y difícilmente lograble equilibrio entre lo analítico, lo estético y lo metodológico, todo puesto al servicio de una obra integral.

En lo que respecta a lo estético, son notables la fotografía y, entre otras, escenas como el contrapunto entre el quehacer de los adultos aymaras en torno al mejoramiento de unas instalaciones de regadío, y el juego de los niños reproduciendo lo que serán, con el tiempo, sus responsabilidades de adultos. A los aspectos metodológicos dedicaremos una sección completa en este mismo trabajo.

Volviendo a nuestro eje analítico, Benavente va mostrando los códigos del apoyo mutuo en ambas culturas, la mapuche y la aymara. En el caso de los primeros, un protagonista explica que ancestralmente, generación tras generación, "tratamos de ayudarnos unos a otros". Esta cultura posee incluso un concepto para esta lógica de acción: se habla de mingako, aludiendo con ello al "estar juntos, organizados para tener más fuerza, más ayuda".

El factor C de Razeto, la cooperación como factor económico y como vehículo de sociabilidad, aparece nuevamente como un hilo de Ariadna en la aproximación a la cultura aymara. Así, es interesante ver como, en un determinado momento del video, un representante de la cultura mapuche, al ver mimada la presencia del arraigado valor de la cooperación en la cultura hermana, afirma: "quedé impresionado por la unión". Los chilenos inmersos en este complejo proceso modernizador que nos ha tocado por escenario al finalizar el siglo, lo quedamos aún más.

En la misma vertiente analítica, a propósito de "Salir adelante", Cecilia Montero, en su comentario en el cine-foro organizado el día de la première, ponía de relieve la centralidad del don y -cuestión importante- el hecho que él remite a una comunidad, no a relaciones puramente instrumentales, y enfatizaba que el trabajo de Benavente nos invitaba a reflexionar a este respecto, sobre todo a partir de la dimensión desmesurada que ha alcanzado lo utilitario en el Chile de hoy.

Un cuarto eje analítico que consideramos vertebrador del trabajo audiovisual de David, corresponde al tema de las identidades comunitarias sujetas a fuertes tensiones, como resultado -entre otros- de la fuerza centrífuga de la migración, en busca de mejores horizontes económicos.

El tema aparece ya, perentorio, en "El Willy y la Myriam": ¿cómo mantener el sustrato de una identidad que se arraiga en un mundo que está desapareciendo? En "Raíz de Chile. Mapuche, Aymara" reaparece con nuevos fueros. Con sabiduría, uno de los participantes en el video afirma: "Nosotros vemos que sin la cultura, el pueblo se nos va a terminar". Desde ese punto de vista, los protagonistas insisten sobre un elemento clave: "que no se pierda el idioma". Una anciana mapuche se refiere con dolor al hecho que los más jóvenes no quieren conocer la lengua de sus ancestros o bien, cuando la conocen, lo ocultan -obviamente, en la perspectiva de no ser discriminados en el medio no mapuche donde intentan insertarse.

Otra protagonista alude a la difícil lucha por conseguir la instalación o por mantener una escuela en territorio de las comunidades "para que los niños no tengan que partir", hecho con el que se acelera el proceso de dislocación cultural.

Se configura así la dupla economías de subsistencia - culturas en resistencia, dupla a la cual la cámara nos acerca desde ángulos imprevistos y complementarios.

Insistiendo sobre el hecho que no pretendo hacer una enumeración exhaustiva de los soportes analíticos que, desde la sociología, informan el trabajo audiovisual de Benavente, quisiera mencionar finalmente un eje que se sitúa en filiación directa con las tesis que Sonia Montecino ha expuesto en su celebrado libro "Madres y huachos. Alegorías del mestizaje chileno".

¿Voluntad analítica o simple empatía con la realidad de los protagonistas? Difícil determinarlo. Como quiera que sea, sobre la articulación de sentido, estratégica en el discurso de Montecino, madre presente/padre ausente, vemos desplegarse en la pantalla los rostros de la madre del Willy, quien debiera asumir el enorme desafío de salir adelante, sola, con diez hijos, en un medio rural en plena mutación económica y cultural; y el rostro de la participante en uno de los Talleres de Acogida y Mejoramiento de la Vivienda del Hogar de Cristo quien, no sin orgullo, asume ante la cámara que su vida ha sido sobre todo "subsistir, pero al lado de mis hijos". Es esta misma mujer la que, criticada pero con respeto por uno de sus hijos en razón de gestos de generosidad que ella ha tenido con extraños y que no le han sido retribuidos, afirma con convicción: "Yo sé lo que di, y crezco".

En esta misma vertiente analítica, ¿cómo no hacer alusión a la mujer que, con su letanía de amor -los paradigmáticos boleros- sirve de elemento articulador, de factor de cohesión dramática en "Salir adelante"? Fernando Montes, en el cine-foro del día de la première, confesaba que percibió a esa mujer como un hilo conductor, signada por la soledad y la búsqueda. Figura enigmática cuyos "mantras" -"No me estás amando. De noche cuando me acuesto a Dios le pido olvidarte..."; "Guitarra, tú que interpretas en tu madera mi llanto, dile que aún la quiero, que aún espero que vuelva...", "que sin sus brazos mi amor no tiene consuelo"- cumplen el mismo papel envolvente que la música del piano en "Juegos artificiales", simbolizando quizá, en clave montecina, el huachaje nuestro de cada día.

Termino este punto con una observación importante: si bien es cierto que en la "mirada" de Benavente puede reconocerse la impronta específicamente sociológica, no es menos cierto que su práctica refleja la creciente tendencia a la transdisciplinariedad de los estudios sociales. En consecuencia, a ratos resulta difícil y hasta inútil tratar de discernir, desde una perspectiva purista u ortodoxa aquello que releva de la sociología y aquello que releva de la antropología en el andamiaje analítico que subyace a lo audiovisual.

El Recurso del Método: El Otro como Espejo

Mariano Silva ha puesto de relieve la vocación originariamente documental del cine y ha elogiado la naturalidad con que se expresan los protagonistas de Benavente en trabajos como "Salir adelante".

Ahora bien, detrás de esta naturalidad -muy lograda, por cierto- existe un paciente trabajo que, metodológicamente, se corresponde con el esfuerzo que debe realizar todo cientista social que recurre a la técnica de la investigación participante. David se ha referido a este aspecto metodológico en un foro realizado con alumnos de la Universidad Alberto Hurtado, observando que en el trabajo de "instalación" de la cámara en un medio social a explorar, en el esfuerzo por lograr que su presencia no sea invasora sino más bien suscitadora de la genuina expresión del otro, hay un simultáneo esfuerzo de penetración del medio, de reconocimiento mutuo entre el equipo investigador y los participantes en la experiencia, y de comunicación genuina y veraz.

Así, para lograr la elogiada naturalidad, la actitud esencial -explica David- es preguntar a los futuros protagonistas: "¿Qué es lo que Usted quiere decir?", lo que supone apartarse de la lógica de considerarlos como conejillos de indias, de concebirlos sólo en tanto objeto de observación (5).

Desde el punto de vista práctico, en esta fase la producción cumple un rol fundamental, tarea en la que Ernesto Cuadra destaca en "Salir adelante".

Para referirse al conjunto del esfuerzo que vincula al equipo completo que produce el audiovisual y a los protagonistas, Benavente usa la expresión "una verdadera coproducción", donde el esfuerzo mancomunado de unos y otros da lugar a un resultado que no se obtendría de otra manera. Respecto a fuentes de inspiración teórica, ha reconocido una cierta filiación con el sociodrama, herramienta desarrollada por el destacado educador brasileño Paulo Freire.

Quisiera referirme también, en el marco de esta sección, a un recurso que me parece especialmente interesante, aquello que llamo los múltiples juegos de espejos utilizados por Benavente y que podríamos considerar recursos tácticos utilizados en la indagación.

La primera variante es utilizada sistemáticamente por David en la fase de penetración del medio: se proyecta un trabajo anterior sobre el o los grupos-objetivo y se les plantea: éste es el tipo de resultado final al que podríamos llegar si Uds. aceptan que trabajemos juntos y se allanan a transmitir lo que les parece interesante transmitir. Como los trabajos previos se sustentan -como ya dijéramos- en un amplio respeto a la dignidad del otro, el primer impulso al esfuerzo común suele brotar espontáneamente como resultado de este recurso táctico.

La segunda variante es utilizada en "Raíz de Chile. Mapuche, Aymara" y consiste en filmar directamente las reacciones de un grupo-objetivo que observa o viene de observar filmaciones que han sido producidas con anterioridad y que resultan significativas, interpeladoras para ellos. Así, en el video en cuestión fueron filmados mapuches observando imágenes y testimonios de sus congéneres aymaras, y lo mismo se hizo en el otro sentido.

El uso de este recurso suele dar lugar a reflexiones profundas y, por cierto, a reacciones muy emotivas. El juego de espejos suele difractarse al infinito: "A esa gente la voy a tener en mi corazón, no la voy a olvidar" afirma un anciano protagonista mapuche refiriéndose a los aymara que viene de observar en pantalla, mientras él, a su vez, se fija en la retina y en el corazón del espectador que observará el producto final de la indagación.

Vale la pena recordar que este mismo recurso ha sido utilizado recientemente, con resultados notables, por Patricio Guzmán, quien proyectara, casi tres décadas después de producirlo, su mítico trabajo "La batalla de Chile" a distintos grupos-objetivo en el Chile de los noventa, filmando también sus reacciones para producir una obra autónoma pero, obviamente, en directa filiación con la anterior. El resultado, no nos cabe duda que constituye un testimonio histórico-sociológico de la más alta relevancia para los que aspiren a entender el Chile de fin de siglo.

La tercera variante de juegos de espejos utilizada por Benavente corresponde a los video-foros y cine-foros que implementa en distintos ámbitos de la realidad nacional, destinados a la vez a difundir su producción y suscitar reacciones significativas a la misma. Respecto de "Salir adelante", todos estos debates han sido registrados magnetofónicamente y entiendo que David se apresta a producir un libro a partir del contenido de esas intervenciones. Ultima etapa del trabajo de indagación, el entendido no dejará de percibir que esta tercera variante evoca, tiene una cierta afinidad electiva con la intervención sociológica tal cual ha sido sistematizada por Alain Touraine en "La voix et le regard" (6) (aun cuando no exista una correspondencia canónica con la misma).

Concluyo esta sección diciendo que la combinación de los juegos aludidos configura ese prisma particular, mezcla de intención y apertura, que nos ha llevado a denominar a la cámara de Benavente ese lúcido espejo.

Coda: Contra el Discreto Encanto del Populismo Romántico

Habiendo aludido al tema en la primera sección, quisiera terminar con un llamado de atención que me parece importante. En la obra audiovisual de Benavente, el tema de la marginalidad aparece con frecuencia en primer plano, a tal grado que, incluso, podríamos autonomizarlo como un eje analítico específico. A este respecto, no he dejado de apreciar, en algunos foros, "lecturas", interpretaciones de algunos espectadores quienes, desde aproximaciones estético-ideológicas, alaban el rescate de la marginalidad que operarían los trabajos de Benavente, intervenciones que se alínean en una perspectiva marcada por el populismo romántico. De este modo, la marginalidad aparece revestida de cualidades éticas y estéticas por sobre la media social, lo cual siempre entraña el peligro de plantearse las preguntas: "y entonces, ¿para qué actuar en la perspectiva que superen esa condición?, ¿por qué no dejarlos en su pureza y belleza primigenias?"

A nuestro juicio, es importante rescatar valores que están presentes con mucha fuerza en los pobres y en los marginales, pero no podemos perder de vista que es una responsabilidad social que nos concierne a todos sacarlos de esa condición. A este respecto, "Salir adelante" muestra una vía crucial, cual es la del compromiso de organizaciones de la sociedad civil con la superación de las condiciones de vida de los aludidos segmentos sociales. Una segunda vía, complementaria y no menos crucial, corresponde a los deberes irrenunciables del Estado en esta materia. En tercer lugar, es indudable también que debemos contar con el esfuerzo de los propios involucrados, y el video en cuestión muestra hasta qué punto las energías sociales están latentes y dispuestas para esta tarea que no es menor. Como observara un protagonista que rescata Benavente para el colofón de su trabajo: "porque es el pueblo pobre el que hace las cosas para el pueblo pobre, y avanza". Pero no debe perderse de vista que es sobre la base de la pluralidad de actores mencionados que ha de avanzarse de manera consistente en esta materia, atendiendo al hecho que es uno de los grandes desafíos éticos que seguimos enfrentando como sociedad.

Más allá de los peligros que rondan en torno al problema de las hermenéuticas plurales por parte de los espectadores -y en particular al peligro de una deriva de populismo romántico-, es interesante poner de relieve las motivaciones explícitas que llevaran a Benavente a producir este trabajo. En sus palabras, se trata de "una invitación a un horizonte de acción más allá de la competencia, más allá de la lucha", rescatando -justamente- valores como la cooperación que están presentes, en muy alto grado, en los sectores aludidos en el video. En el fondo, concluye Benavente, su trabajo pretende "alimentar la esperanza de que lo que estamos construyendo no es el único camino posible como sociedad". Tan simple y rotundo como eso, y no cabe duda que logra alimentar dicha esperanza.

A ese respecto, y ligando con lo anterior, dos comentarios nos parecen particularmente sintomáticos. El primero, de Cecilia Montero, quien afirmara en el cine-foro de la première que lo que destacaba por sobre todo en "Salir adelante" era que "veo camino, no una letanía de queja". El segundo, del padre Renato Poblete, quien rescatara, por sobre todo, el optimismo que emana de una realidad social que con frecuencia es abordada desde la óptica de la derrota o de los antivalores.

Teniendo a la vista la totalidad de la obra reseñada en estas páginas, saludo pues en David Benavente su calidad de trabajador de la cultura integral, que ha puesto el video al servicio de un humanismo de nuevo cuño, en una época -signada por lo que algunos llaman la galaxia post-Gutemberg- en que lo audiovisual pasa a ser un vehículo privilegiado de comunicación entre y con las nuevas generaciones.

Llamo pues a las nuevas y a las antiguas generaciones a mirarse en los reflejos de este lúcido espejo, tras la savia del Chile real y del Chile posible: el que seamos capaces de construir entre todos (7).

Notas

  1. Claude Grignon et Jean-Claude Passeron, Le savant et le populaire. Misérabilisme et populisme en sociologie et en littérature, Éditions du Seuil, Paris, 1989, p. 32.
  2. Programa de Economía del Trabajo - Fundación Solidaria Trabajo para un Hermano, Santiago, 1989. Sobre el mismo tema, puede consultarse también, de Luis Razeto, Economía de solidaridad y mercado democrático (3 vols.), Programa de Economía del Trabajo - Academia de Humanismo Cristiano, Santiago, 1984, 1986, 1988; y Economía popular de solidaridad. Identidad y proyecto en una visión integradora, Programa de Economía del Trabajo - Area Pastoral Social de la Conferencia Episcopal de Chile, Santiago, 1990.
  3. INFOCAP es una institución creada por la Compañía de Jesús, que tiene como uno de sus objetivos centrales entregar un oficio e incrementar los niveles de escolaridad de adultos de escasos recursos. Su perspectiva de trabajo se orienta a facilitar el encuentro entre dos mundos que habitualmente discurren por cauces separados: el de los profesionales y los jóvenes universitarios y aquel de los trabajadores o desempleados que han contado con menores oportunidades de capacitación y/o inserción social. INFOCAP cuenta con un pequeño equipo permanente y un amplio contingente de profesionales y universitarios que colaboran ad honorem en los distintos proyectos.
  4. Roland Barthes, "Introduction à l'analyse structurale des récits", en Communications, 8, L'analyse structurale du récit, Editions du Seuil, 1981, p. 13.
  5. Esta última actitud -como se sabe- era inherente a la perspectiva de una antropología etnocéntrica, donde se intentaba el testimonio audiovisual del "otro" ante todo en tanto registro de su excentricidad, su exotismo, su carácter pintoresco.
  6. Éditions du Seuil, Paris, 1978.
  7. Agradezco los estimulantes comentarios de Paula Osorio, María Teresa Johansson, Juan Pablo Contreras y Fernando Verdugo.